El curioso detalle que dio lugar a la tradición de la temporada de circos en Fiestas Patrias

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 Agencia Peruana de Noticias)

La llegada de julio en el Perú no solo marca la celebración de la independencia nacional, sino también el inicio de uno de los espectáculos familiares más queridos por generaciones: la temporada de circos. Los toldos multicolores, afiches gigantes en las avenidas, las promociones en los colegios y la emoción de ver acróbatas, payasos o animales entrenados, forman parte de la identidad cultural de las Fiestas Patrias desde hace décadas. ¿Cómo empezó esta costumbre que hoy llena carpas y arenas en Lima y las provincias entre el 15 de julio y las primeras semanas de agosto?

El origen de la tradición tiene raíces en la Lima del siglo XX, cuando la ciudad experimentaba una transformación acelerada tras la migración de miles de peruanos del interior y la consolidación de una naciente clase media urbana. El circo, en aquellos años, era sinónimo de diversión accesible y multicultural, una ventana al asombro y la fantasía para públicos de todas las edades.

¿Por qué empezó la tradición de los circos en Fiestas Patrias?

Aunque las primeras noticias de números circenses en suelo peruano aparecen desde el siglo XIX, la costumbre de celebrar “temporada de circos” en julio se consolidó alrededor de la década de 1940 y 1950. Por aquel entonces, el Mes de la Patria coincidía con las vacaciones escolares, lo que brindaba la oportunidad ideal para que niños y familias salieran en busca de entretenimiento y esparcimiento.

Foto antigua de varios payasos en un circo durante Fiestas Patrias (Archivo Histórico de El Comercio)

Circos peruanos y extranjeros

En esos años, circos peruanos y extranjeros viajaban desde ciudades cercanas o incluso desde el extranjero, instalando carpas en los solares que ofrecía la Municipalidad de Lima o en plazas públicas de distritos populares como La Victoria, Breña o el Rímac. Los empresarios sabían que apostar por julio era sinónimo de lleno total, impulsado por el aguinaldo de Fiestas Patrias, los días libres y la tradición de “paseo familiar”. La carpa se convertía en un pequeño mundo: afuera, ambulantes de caramelos y globos; adentro, un universo de magia, risas y suspenso que traspasaba barreras sociales.

Los espectáculos incluían payasos, malabaristas, equilibristas, animales exóticos, contorsionistas y música en vivo. No faltaban sorteos, concursos o la esperada “función especial” con figuras invitadas del espectáculo nacional. Algunas compañías ganaron fama legendaria, como el circo de la Familia Roca Rey y el Circo de los Hermanos Fuentes Gasca, que trajeron innovaciones y artistas internacionales. El prestigio de los circos peruanos creció tanto que, con los años, muchos artistas formados en carpas limeñas emigraron a compañías extranjeras de renombre.

La familia del Circo Hermanos Gasca ruega por la recuperación de su patriarca.

La masificación de la temporada circense en julio tuvo también un respaldo tácito de los medios de comunicación, que difundían promociones, sorteos y publicidades durante semanas. El eslogan “Julio es mes de circos” se instaló en el imaginario popular, reforzado por la expectativa de las vacaciones y la importancia que las familias peruanas daban a compartir tiempo juntos en estas fechas.

El crecimiento urbano de Lima y la expansión de la temporada de circos en Fiestas Patrias convirtieron el espectáculo en un asunto nacional. Ciudades como Arequipa, Trujillo, Chiclayo, Piura, Iquitos y Cusco replicaron el modelo, acogiendo a compañías que recorrían el país en trailers, llevando la experiencia del circo desde la capital hacia todas las regiones.

Artistas del Circo de Moscú durante Fiestas Patrias 1970 (Voz Actual)

Circos para todos los gustos

Con el tiempo, la oferta se diversificó e innovó: surgieron circos temáticos, espectáculos sin animales, fusiones con teatro, música, danza y comedia. Artistas peruanos como Ernesto Pimentel “La Chola Chabuca”, los Hermanos Yaipén y otros humoristas y grupos musicales, comenzaron a protagonizar shows circenses, integrando segmentos de la cultura popular y consolidando la costumbre como uno de los principales eventos sociales del año.

En las últimas décadas, la industria se profesionalizó y adaptó tanto a las exigencias del público como a las regulaciones sobre bienestar animal, seguridad y calidad de shows. Las marcas comerciales reconocieron el potencial del circo en julio y aprovecharon la temporada para lanzar productos, auspiciar funciones y regalar entradas a familias de escasos recursos, reforzando el sentido de comunidad y celebración.

Circo de la Chola Chabuca en Plaza Lima Norte

Hoy, la temporada circense por Fiestas Patrias sigue representando para miles de niños y adultos esa pausa festiva que activa el asombro y la risa en la vida cotidiana. Aunque la competencia de nuevos tipos de entretenimiento —cine, televisión, streaming— es fuerte, el encanto del circo en vivo, la tradición de ir a la carpa y la memoria compartida de generaciones mantienen vigente esta costumbre.

Muchas familias, incluso, han convertido el paseo al circo en un ritual bajo el lema “sin circo no hay Fiestas Patrias”, y para niños de todo el Perú, la promesa de una tarde entre payasos, acróbatas y diversiones sigue siendo el regalo favorito del mes patrio. Así, la historia de la temporada de circos en julio es también la historia de un país que celebra la unión familiar, la creatividad y la alegría, en cada función que levanta el telón.

 Paula Elizalde / Infobae
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